"Supremo Sur" de Johnny Barbieri
Supremo sur (Apogeo, 2023) de
Johnny Barbieri (Lima, 1966) reúne veinte poemas que cantan a Latinoamérica, la
“tierra del arcoíris, tierra del sol, del ande, de la pampa, de la Amazonía”.
Es un retrato lírico de la patria grande
a través de sus poetas, escritores, héroes y artistas. En la primera sección titulada
Los hijos de América hay poemas
dedicados a personajes importantes de la cultura y la política como Nicanor
Parra, Alejandra Pizarnik, el Che Guevara y César Vallejo, entre otros. El
poeta expresa su admiración, identificación y homenaje. En la segunda sección, Supremo sur, son ciudades o países, como
Buenos Aires, Valparaíso y México en donde se testimonia la relación de la tierra con
su cultura, de la mirada fugaz del viajero poeta con la eternidad de su arte o
la colosal épica de su espíritu luchador. Son personajes y lugares que el
poeta conoce bien en sus viajes o en sus lecturas y que los enlaza mediante el
anhelo trascendental; es decir, vida, cultura y sangre en una sola dimensión poética.
Supremo sur pertenece a la trilogía que canta “a la madre América”; un proyecto de Johnny Barbieri siguiendo la tradición de José Santos Chocano con Alma América o de Pablo Neruda con Canto general, y cuyos otros títulos son Madre América y Sol rupestre. En estos tiempos del Bicentenario y en medio de una grave crisis política que vive Latinoamérica es importante recordar a los héroes que construyeron las naciones y son parte fundamental de la gran cultura que nos une.
(Aracataca es el mundo)
el trapo amarillo que abría sus alas para volar,
el enorme castaño en medio del mundo
bajo el cual me senté a embriagarme de vida,
alrededor Aracataca sonando en un gramófono
como en un nido de pájaros,
la casa y sus maceteros de flores extinguidas,
los pececitos de plata hincados en la tierra,
las fotos de familia,
aquellos baúles viejos que escondían
cien años de ausencias.
fui a ver un grafiti del sol al atardecer,
el camellón por donde andamos hacia el grito
recién nacido,
esa vértebra cervical llena de almendros
que conducía a la estación,
al correo de cartas huidas.
las vías del tren en abril, trepar a las vías del tren
y ser el tren,
aquel enorme latón humeante,
casi interminable, que traía el ruido
del inicio del mundo.