"Refugio de los Vientos" de Carolina O. Fernández

 

El poeta Saint John Perse publica Vientos en 1945. Lo escribió luego de haber escapado de una Francia ocupada por los Alemanes, y ya estando viviendo su exilio en los Estados Unidos. Vientos de Perse está escrito en tono épico y trata de esta travesía al oeste; es decir, de Europa hacia América, del Viejo al Nuevo Mundo. Los vientos en este libro son  destructores de civilizaciones; pero también impulsores de cambios. La idea del poeta es imponer el futuro sobre el pasado, con el tono épico de los poemas, con una poesía visionaria vista ya en Anábasis, casi surrealista y con buen trabajo de la imagen.

Luego de 79 años el mundo ha cambiado bastante. De ese optimismo por un mejor futuro, representado por Estados Unidos en la visión no solo de Saint John Perse, hemos pasado a la crítica y la deconstrucción de las utopías, sobre todo desde los años 90. La frase de Theodor Adorno, “escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”, ha acompañado a los y las poetas más trascendentales asentando su estética o el discurso poético en una labor de conflicto directamente con la realidad. Los poetas bajaron ya no del barco, como Perse, para pisar la tierra prometida de Nueva York, sino bajaron del Olimpo como diría irónicamente el chileno Nicanor Parra.

La poesía, entonces, es, hoy, entre otras cosas, la construcción de un tipo de verdad que puede ser política, metafísica e incluso científica. Una verdad sublevante. Por eso, el peligro social y cultural que representa, la censura a la que le condena el poder, o la indiferencia de los que viven más bien en la fantasía de las utopías muertas pero que aún sirven para preservar el perenne statu quo.

Refugio de los vientos de Carolina Fernández son los otros vientos que hoy se escuchan  o se hacen escuchar, que acusan la barbarie, que traen a las voces silenciadas, y que dan oralidad, presencia y luz en el lenguaje de la poesía en estos tiempos en que la violencia no solo está en las guerras, en las migraciones, en la discriminación, en la depredación del progreso, sino también en el silencio. Hölderlin más o menos decía “somos habla (o diálogo) y podemos oír unos de otros”. Hoy, cuando se tiene más herramientas para comunicarnos, para oírnos, hay más silencio; y el silencio es más aterrador, la incomunicación más terrible.

La poesía de Carolina Fernández es un refugio que se abre al mundo. La poeta recibe aquellos mensajes en los vientos y los acoge en poesía para que regresen al mundo. “Todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él, de frente o transmitido por incesantes briznas, por el humo rosado de amargas contraseñas sin fortuna”, dicen los conocidos versos del poema Himno a los voluntarios de la república de César Vallejo.

“No hay guerra justa”, gritan los versos de Refugio de los vientos. Y es la verdad de hoy. Porque ya no hay épica como en la época de Perse o de Vallejo. En todo caso, es otro tipo de épica, no la cuenta del dominio o la conquista. Es la épica de los vencidos, de los antihéroes y las antiheroínas del discurso oficial. Es la épica del lenguaje en los vientos de la poesía de Carolina Fernández; que trae a los mitos para explicar la realidad, por ejemplo. Es la épica del batallar por la cultura también. Y, es por eso, que el libro o la plaqueta que nos ha traído o convocado aquí esta noche se abre hoy como un refugio para que los vientos nos hablen desde el amor y la solidaridad, y ya no seamos el silencio sino el diálogo.

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