Franz Kafka


 

El Insecto K

 

Hace mucho tiempo que no le escribo, señora Milena, y también hoy le escribo por una casualidad. En realidad no tengo que disculparme de mi silencio, usted ya sabe cómo odio las cartas. Toda la desdicha de mi vida -no quiero con esto quejarme, sino hacer una observación de interés general- proviene por así decir de las cartas o de la posibilidad de escribirlas. Las personas casi nunca me han traicionado, pero las cartas siempre; y en verdad no las ajenas, sino justamente las mías.

    Franz Kafka. Carta a Milena

 
 
El frío de este invierno vive en el pasado
el frío de la vereda por donde caminas
esperando que haya una tienda abierta
para comprar una botella de vino
es el frío de la luna que permanece allá arriba intacta
 
y tú te deslizas por el brillo de los postes
en la húmeda noche como una cucaracha
que huye de la sirena del carro policía
 
¿de qué te sientes culpable?
¿a quién has robado hijo mío?
¿a quién has matado?
 
toda la ciudad te escupe en la espalda
tú no volteas ni reclamas
sujetas fuerte tu maletín
y prosigues en la tiniebla mojándote los pies
los charcos rojos que te dejan los vampiros
 
la guerra del futuro vive en el tiempo pasado
el amor que se trafica en las esquinas por donde doblas
sin detenerte es el mismo que se desliza
por aquellos muslos de mármol imperiales etruscos
 
¿a qué has venido hijo mío?
no te pareces a mí
eres más viejo que yo
yo que soy más antiguo que la muerte
 
bajo el foco amarillo del techo
la cucaracha escribió su tragedia cuando se convirtió
en humano y se creía como dios
“quien como dios” se hizo llamar
su duda consistía en que si era un dios de las cucarachas
o de los humanos
escribió cientos de papeles tan absurdos
y al final se los regaló a su amigo Max Brod
para que los quemara una vez muerta
y la cremaron en un cementerio judío cerca de Praga
qué difícil es amar en silencio _ dijo
 
¿eres el insecto que sobrevivió a la hecatombe?
en vano has escrito
tu alma es una mata de pelos
comezón hastío alegría duda
en vano te sumerges en la noche
esquivas las luces las miradas las bombas
y todo eso lo digieres en palabras
y las palabras te matan
y te dan luego más vida
 
en la podrida pared
en la podrida letra escrita allí
una cucaracha podrida se estrelló
y pasó a ser desde entonces tan solo su espíritu
el subconsciente tiene animalitos
es un zoológico gratis
puede ser que el insecto sucumbiera en el choque instantáneamente
pero si esto lo narrara Kafka
podríamos saber lo que sintió en esos milésimos de segundo
que precedieron al impacto
una guerra se puede deducir de la estupidez
una guerra dirigida a despojar la estupidez del adversario
sigue siendo una guerra
 
el espacio que creas a tu alrededor
el espacio que dedicas a estas palabras
el espacio donde copulan los colores
el breve espacio del cosmos
aquí tu mano atada a la de dios
los átomos en guerra viajando veloz
por el espacio que vibra en otro espacio
en la conjunción de la palabra
con la hechura de tu cuerpo
los componentes de la realidad
la luz de tu edificio prendiéndose y apagándose
mientras afuera toda la noche sigue siendo crepúsculo
 
¿ya ves? la náusea ya no es existencialismo
el invierno llegó a la ciudad
las palomas se alejan con una prematura vejez
tremendo meandro observan desde su altitud de vuelo
palomas de guerra que dejan un arcoíris sobre el mar
donde esperan los pescadores a la fácil presa
persiguiendo los años del oleaje sustantivo superlativo
triplicando el esfuerzo final
porque la meta es la extirpación total
de aquella paz resurrecta en la tibieza de la madera
el musgo en el cosmos de la luz en las lanchas
ellos ven las rocas como ciudades fabulosas
y luego cenizas banderas que nadie deseó
tener una antena en lo más alto de sus viviendas
te digo
la náusea ya no deja estragos en la dura jornada
el pescado se seca se extiende en telas
mientras los bares están abiertos en acción continua
con el sistema universal de la oferta y la demanda
el día es muy largo y todos vienen muy cansados
solo quieren recuperar energías para el día siguiente
y trabajar en la abundancia
 
verde la cubrecama
amarilla la pared
roja la ventana     negra la radio
azul la lámpara    azul el pantalón
blanca la puerta   quiere decir que el agua ya hirvió
está caliente la tierra
el mar está a varios kilómetros de este refugio
sin embargo quieres ver certezas 
¿pero cómo comenzar a escribir
cuando solo se quiere terminar?
 
un viento hila la sangre de esta historia
unos ríen de su suerte en el campo inmensamente alambrado
el lago está seco y la orilla ya no es
lo que se disputaba más allá de las minas pretéritas
el tizne en la indiferencia de todos
nuevamente las perdidas voces de nuestros muertos
atados a los muelles levantados en verano
ese charco brilla más que el oro
la madrugada dejó su ulular en el agujero de los tubos
un hombre se prepara para la fuga
los escombros tienen agua y luz
la muerte se reparte entre trenes
una chingana en el campo sin cielo
avanza sobre la palma de la mano de una gitana
el aire entumecido se libera de las fosas
vuelve a la ausencia de las cámaras
ríos donde se tendió la helada proeza de sus nervios
recogió la vida de toda una vida en un cántaro
 
este sueño no termina al despertar
la cucaracha llega a un escampado
fluye entre los objetos en desuso
conchas marinas dados pelusas
luego se precipita en los desagües
la libertad se encierra en su fuga
el invento de la muerte crea la tortura
(di siempre lo que quieras)
 
la melancolía era su aire natural
era la música de su pequeño equipo de sonido
y la literatura (ese mundo disputado por el ansia)
hacía tiempo que sabía que estaba enterrada
en el vacío de sus manos
o lo que era lo mismo en el fondo de un bar
abrió su último cuaderno donde escribía a Milena
y vio que todo lo que escribió no significaba nada
¿entonces por qué escribía?
por la misma razón que la amaba
a través de los días los meses los años
un trozo de madera flotando en medio del océano
con los mismos pescadores que trafican a diario
el amor era un breve barco a punto de hundirse
 
me derrumbo en la mesa
en la escritura de gas
extasiado en la tinta que se seca al aire
muere su brillo y yo vivo allí
en su muerte de negra tinta
mi roja sangre mi blanco papel
mi carne como la mesa que abriga el invierno
hoy es sábado y jueves de cualquier año
y digo que me derrumbo
porque escribir solo se parece al HORROR
 
pequeño Franz
cuando abras el vientre de los muertos
cuando hurgues como un niño en la noche los huesos
y las vísceras de tu padre
de tu madre y de tus hermanos
quizás por fin encuentres lo que dice la poesía
 
 
 
De: El Hombre Elefante y otros poemas. 2016.
Miguel Ildefonso.
Franz Kafka
Praga, 3 de julio de 1883-Kierling, 3 de junio de 1924)




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