"Comentarios Irreales" de mdih
Los Comentarios irreales de
Miguel Ildefonso.
El triunfo pleno de la imaginación
poética
David
Antonio Abanto Aragón
como en los viejos tiempos
remangamos la tristeza y comenzamos a construir
ladrillos y ladrillos de esperanza
Carolina O. Fernández, «fgp en san Cristóbal» en: A
tientas
Desde la parodia de la historia,
intento cuestionar nuestra argumentación de una nación, cuya idea de progreso
para mí resulta depredadora.
Miguel Ildefonso entrevistado por Enrique Planas.
Una impostergable revisión poética
Miguel Ildefonso (Lima, 1979) nos
vuelve a sorprender gratamente con la publicación de su reciente poemario Comentarios
irreales (Editorial Horizonte, 2021). Como lo ha hecho notar Enrique Planas[1]
desde el título hasta sus contenidos altamente sugerentes el
poemario dialoga con los de las obras del inca Garcilaso de la Vega y de
Antonio Cisneros, pero también, como el mismo Ildefonso se lo dice a Planas, es un guiño a libros
como Cementerio general de Tulio Mora, creaciones gratas a la historia y
la poesía.
Pero más que
solo un homenaje, como apunta Paul Forsyth Tessey en
su esclarecedor y estupendo prólogo, estamos ante una obra que «se ofrece como
una revisión —documento en mano— de un país que es muchos países, todos
ingobernables y en tensión irresoluta: heterogeneidad en perpetuo contrapunto»,
aun hoy en plena conmemoración del Bicentenario de la Independencia y
sumergidos en la más grande crisis sanitaria que atraviesa el mundo.
Como apunta
Paul Forsyth Tessey «el libro se abre con un poema-río dividido en trece
apartados, a lo largo de los cuales se reconstruye la “invertida” historia
social, política y económica del Perú erigido sobre las ascuas de la corrupción
[que] se complementa con otros dos poemas, “Canto coral para Alejandro
Romualdo” y “Adiós para Enrique Verástegui”» (p. 9). Poco tenemos que añadir a
lo desarrollado en el iluminador prólogo, en las siguientes páginas solo
intentaremos complementar algunos de sus valiosos hallazgos.
«aquí te lo escribo: peerú»
Las
composiciones que conforman el poemario invitan a una atenta exploración de lo
que Forsyth denomina «el relato del poco oro, del poco pan, de la poca vida
ante la poca vida ante la tánta muerte que ha teñido de occisa sangre la humana
materia de un país que no acaba de cocinarse en mercurio» (p. 9) que resquebraja
la visión idealizadora de una historia oficial de nuestro país que colisiona
con la realidad y nos permite
imaginar con toda la fuerza y la sublimidad que solo ofrece la poesía y el arte
«la historia violada de un país» (p. 16), ante la cual «Llorar quisiera
con toda el alma/ porque mi cerro se va terminando» (p. 48). La obra revisa
con toda la libertad
y la determinación que solo la imaginación otorga el discurso
oficial de nuestra historia, para demoler «“las tinieblas con que se ha querido
ofuscar la uerdad”» (p. 24) a través de la configuración farsesca de un edén
idealizado, plagado de un falaz optimismo alienante que se ha encargado de ocultar esta suerte de
descalabro de la república y la nación como proyecto político para situarnos al fin ante una espléndida
sinfonía de un país ignorado y desconocido lleno de «nombres que suenan a otro
país» (p. 38):
¿Te suenan esos nombres
señor del Capital?
Callqui
Chupanhuayco
señor ministro señora
doctora con título falso
aquí te lo escribo peerú
(p. 39)
Nombres que
aparecen en un apocalipsis, en el sentido de revelación, sin la esperanza
bíblica, «porque en cinco siglos ella [su Biblia] no nos dio ni amor,/ ni paz,
ni justicia» (p. 24), en el que, solo en apariencia, se devasta todo menos la
imaginación «con ese dolor imborrable/ de saber la verdad» (p. 42) y la palabra
«en la poesía más cerca del cielo» (p. 47) en comunión total con
las luces y las sombras de la condición humana.
Ildefonso una vez más, en su preocupación
permanente por el lenguaje nuevo, innova su expresión poética a su manera y
consciente, como responde en la entrevista hecha por Planas, de que no hay un
solo camino («Quizás
hay otros poetas más experimentalistas y arriesgados en cuanto a lenguaje»,
afirma). En Comentarios irreales
lo hace trayendo el pasado al presente con irreverencia y actualizando «sucesos
que sucedieron hace 200 años conectándolos con los de ahora» porque el creador
sabe la terrible verdad: toda propuesta estética que no se renueva se agota, se
convierte en espacio yermo y, por lo tanto, está condenada a anquilosarse y
desaparecer.
En Comentarios irreales el talento de
Ildefonso se ha
desplegado «en el diálogo con nuestra historia social, colectiva […] para
entender el momento, cómo estamos siendo construidos actualmente»[2] y
reescribe nuestra historia como una refutación a esa
narrativa instalada que machaca la idea del Perú como un país absolutamente
corrupto,
precisamente en un momento que ha evidenciado la fragilidad de nuestra especie
y lo difícil que nos resulta decir y vivir nuestros afectos. Lo maravilloso de
la poesía está precisamente en el hecho de que no resuelve los problemas,
tampoco responde preguntas, sin embargo, nos ayuda a enlazarnos con la
humanidad para que «nos abrigue en este invierno nuclear» (p. 48).
Una obra
madura
Comentarios
irreales es una obra madura, construida sin apresuramiento alguno, al
margen de las tendencias dominantes en la poesía circundante, en la que beben
de los modelos mayores y más exigentes de la poesía peruana y mundial, un
poemario con el que Ildefonso ratifica su ingreso, por la puerta grande, a lo
más valioso de la poesía peruana actual en la que no solo sintetiza todo lo
anterior a él sino anuncia a lo posterior de un modo entrañable que conmueve y
estremece.
La obra tiene dos
partes, la primera titulada «UNA SAGA DISTÓPICA» nos conduce con un ritmo envolvente y la plasticidad de sus
imágenes precisas y «sencillas» (en el sentido de José Martí: accesibles a
todos, pero no por eso menos hondas en su vibración humanísima), a través de sus
trece composiciones sin título, pero numeradas, en un viaje que alcanza la sintonía recreativa de la poesía con personajes
e imágenes de un elenco variadísimo de obras literarias, históricas, musicales
(que incluye una referencia en quechua a lo que ocurre de modo jocoso en el mukhu
tarpuy o siembra de semillas «para que la pachamama sane la fiebre», en la
p. 22), cinematográficas, pictóricas (mención especial
merece el acrílico sobre lienzo Comentarios irreales de Borkas que
ilustra la cubierta de esta pulcra edición del libro) que culmina con la salida
de las profundidades, escenario del dolor, de la muerte, de la traición y la
corrupción «en un país donde no existe la veeerdad/ donde la compasión es
limosna» (p. 39) hacia el aire libre donde reaparece «el bar de la frontera»[3]
pero esta vez de «un cielo destejido» a modo de una pequeña vigilia de nuestros sentidos. Le dice Ildefonso a Enrique Planas
con claridad meridiana: «“Comentarios
irreales” no es un libro de historia, tampoco intenta documentar una utopía». Comentarios irreales es el triunfo absoluto de la
imaginación.
Nótese el sello
personal con que Ildefonso pulsa sarcasmos cotejables con los de otros grandes
poetas en estas estrofas del poema 6 que alivianan la atmósfera de derrota,
desencanto, abulia, vacío existencial:
& la revolución francesa
era el rock de Indochina
en los 80s
& Norteamérica se
independizó de Gran Bretaña
cuando Los Beatles vieron
morir a Lennon
bajo un solo asesino
cortando la cabeza
peninsular de la colonia
entre Granada
y Buenos Aires
Chile juró un 12 de febrero
y había que acelerar la caída irrealista
la cabeza llamada Perú
sin cabezas luchando no
sino bailando el rock del Amauta
en la independencia
de toda una tira de zánganos
(p.25)
Sin embargo, no resulta gratuito que, en un contexto de crisis generalizada
del sentido de la existencia, la voz poética termine celebrando con una
óptica humanizadora la alegría, después de tanta noche, vivando, en toda la
extensión de la palabra, a «los PedroS RojaS».
La segunda parte de
Comentarios irreales, «DOS HOMENAJES», la integran poemas que celebran a
dos de los mayores creadores de nuestras tradiciones poéticas: Alejandro
Romualdo y Enrique Verástegui. A través de ellos, más que una lección (moraleja
racionalista), se transmite una comunión libre, intensamente sensorial,
corporal, con los sueños y la energía que vitalizan la tierra:
Al tercer día
los periódicos decían que encontraron muerto
a Alejandro Romualdo
yacía en su casa de la calle Ernesto Plascencia
lo habían golpeado
lo habían masacrado pero no le llegaron a sacar
sus sueños
el poeta seguía gritando LIBERTAD
sobre la tierra
canto coral para alejandro romualdo, p. 52
Una energía que
anida en uno mismo y que el poeta-oráculo revela de modo irrefutable:
Las madres buscaban a sus hijos entre pesadillas
y las marchas se hacían más largas…
yo no sé poeta en qué momento
ignoramos lo que ya sabemos
o mejor dicho ¿por qué?
no es ignorancia querer saber cuándo se jodió
el Perú
es un reclamo una chilla
“un solo obstinado bloque de rabia”
porque si hoy es miércoles y no otro día
poeta
¿por qué siento que es jueves?
¿por qué de pronto perdí todo contacto contigo?
Y es aquí donde te encuentro o apareces
en la penumbra de un recital para decirme:
“porque ya es hora de ir poniendo las cosas en claro
y más que nada empezar a
ser uno mismo”
adiós para enrique verástegui, p. 54.
Comentarios irreales
termina
con un selfi (¿selfi-epílogo?) del autor en Chacayán, Cerro de Pasco, cuya
semiótica dentro del libro sirve para redondear la propuesta integral de una
obra de meditada arquitectura que, en estos tiempos poco propicios a la utopía,
nos obsequia la posibilidad de jugar (en su sentido etimológico) con la idea de
lo imposible como signo privilegiado de nuestro tiempo para avanzar
sosteniéndonos los unos en los otros, y tratando de que nadie quede atrás. Es
en el reto, en el desafío, precisamente, donde se forja el carácter.
El poemario entero,
entre las múltiples posibilidades de lectura que ofrece, puede leerse como una
especie de descenso (mediante la lectura o la memoria) al Hades/historia del
Perú acertadísimo en la ironía, la sátira y el epigrama contra el poder, la
corrupción y todo tipo de alienaciones que aún mantienen «deshumanizada» la
condición humana, a través del conocimiento de las raíces (el pasado a través
de la historia no oficial) que nos permite entender el presente, ese presente
en tránsito en el que se encuentran lo que ya fue y lo que vendrá. Esto es algo que entusiasma y reconcilia con la esperanza, a
pesar del momento difícil en el que nos encontramos inmersos.
Sin embargo, nada es rígido en la expresión poética de Ildefonso, ni el
lenguaje (lleno de humor y matices) ni la estructura subyacente, por eso la presencia de la dimensión señalada no debe hacernos perder
de vista el tono sobrecogedor que simultáneamente nos muestra lo que Paul Forsyth denomina acertadamente «la tradición retórica del “discurso de
los vencidos”» ajena a la
manifestación de una visión simplista y unilateral del devenir y que posibilita
atisbar la presencia vívida de espacios todavía sanos: «y
siembran semillas/ y los surcos responden y hay una gracia/ una felicidad plena» (p. 22) que necesitamos saber apreciar a nuestro alrededor. Los Comentarios
irreales de Miguel Ildefonso nos acercan a la
imaginación histórica en un momento decisivo para sentir que esa historia es
nuestra, nos pertenece y somos parte de ella. Poesía de la vida, de la historia
y del tiempo.
Coda
Comentando
el relieve que, con toda justicia, no ha dejado de concedérsele[4],
hemos expresado nuestra permanente admiración por la obra (no solo poética) de Miguel Ildefonso,
uno de los grandes poetas, digno de figurar en las selecciones y antologías más
exigentes de la poesía contemporánea en español, por ello no queremos terminar
esta aproximación a sus Comentarios irreales sin dejar de formular
nuestra invitación a leer para disfrutar de una de las muestras más claras que
inspira y sirve de sustento a nuestras afirmaciones.
Independencia,
octubre de 2021.
Año del Bicentenario de la Independencia y
segundo año de la pandemia.
Referencias
FORSYTH TESSEY,
Paul. «Prólogo». En: Comentarios irreales. M. I. (Editorial Horizonte,
2021), pp. 9-11.
ILDEFONSO, Miguel. «Con la poesía ocurre lo que le
sucedió a la música clásica se ha vuelto solo para especialistas». Entrevista
de Enrique Planas. Sección Luces del diario El Comercio publicada el día
13 de agosto de 2021 (pp. 1 y 2). Se puede leer íntegra en la edición digital
por medio del siguiente enlace: https://elcomercio.pe/luces/libros/miguel-ildefonso-con-la-poesia-ocurre-lo-que-le-sucedio-a-la-musica-clasica-se-ha-vuelto-solo-para-especialistas-comentarios-irreales-noticia/
[1]
«Con la poesía ocurre lo que le sucedió a la música clásica se ha vuelto solo
para especialistas». Entrevista a Miguel Ildefonso por Enrique Planas. Sección
Luces del diario El Comercio.
[2] Idem.
[3]
La referencia invita al dialogo intertextual con Canciones de un bar en la
frontera (El Santo Oficio, 2001) libro en el que se adentra en el fondo de
la tradición literaria a través de diversos paisajes terrenales, principalmente
a El Paso (Texas) y Juárez.
[4]
Recientemente
Miguel Ildefonso ganó la quinta edición del Premio Hispanoamericano de Poesía
de San Salvador realizada en 2020 con la obra Un poema para Emily Dickinson
que ha sido publicada por Ediciones Valparaíso este año y esperamos tenga una
pronta distribución en nuestro país.