3 Poemas de "Palabras que Reservo para las Tinieblas" de Zoila Capristán

 


Palabras que reservo para las tinieblas (Primera edición, Julio 2021, Bicentenario del Perú. Edición de Montacerdos Oficial y Vagón Azul Editores). http://zoilacapristan-poesia.blogspot.com/



Mi Casa en Fotografía
 
Mi casa estaba hecha de carrizos
que crecieron cerca de un río
mi padre tapió con barro todas las hendijas
y no dejó una sola ventana
mi casa solo tenía un portón
que no permitía entrar a nadie.
 
El sol se filtraba por los huecos oxidados de las calaminas
me inmovilizaba frente a esa luz que parecía una estrella
el astro que florecía desde ese pequeño agujero
calentaba la palma de mis manos
descubría figuritas y arcos iris
destellando dentro de ellas.
 
Mi casa tenía un árbol de espino
que prodigaba espinas para reventar pus de mis heridas
nunca dio frutos
pero fue madre adoptiva
de los tordos y las chilalas
de los pájaros que allí hacían sus nidos
de los gallinazos que me visitaban por las tardes
sin que nadie se percatara.
 
Después de años transité por la casa de mi mamá
ella quiso limpiar mis huellas
derribó las paredes de quincha donde inhumé tormentos
mi casa no existe
mi casa solo está en mi memoria
en la fotografía.
 
 
 

Nadie Sabe

Los miércoles de madrugada los mineros de la mina Paderones cargan de oro y plata los vagones que se deslizan por rieles en perfecta sincronización y giran por puentes de cristal reforzados con cables de acero. Silbando y echando humo, el tren a vapor se abre paso entre burros y gallinazos.

Al llegar al muelle de Pacasmayo, el ferroviario frena y transportan los minerales a grandes barcos extranjeros que llevan la carga a Norte América. Dicen que es un país remoto cuyos habitantes mastican oro y beben sangre, que suben y bajan a la luna de lata camuflada en un escenario de cine y que cada 4 años se tiñen el índice de púrpura y aspiran a tener un presidente más belicoso que todos los anteriores para que apriete el botón rojo de seudónimo Hiroshima y suceda el Apocalipsis.   

Los miércoles por las noches en la Plaza de armas se estaciona una casa rodante para hacer cantar a los niños “sin ti nada somos en el mundo, sin ti nada podemos hacer, si las hojas de los árboles se mueven, solo es por tu poder”  la señora gringa que dirige el coro abre y cierra su acordeón rojo, regala pequeños libritos con pasajes de la Biblia. Ella adoctrina en los beneficios de la pobreza “Los pobres entraran al cielo”, dice y todos estamos felices, iríamos al cielo sin zapatos, con las tripas crujiendo y dóciles alas blancas. 

El tren regresa silbando, el maquinista va a tomarse un caldo de gallina al restaurant de la señora Zoraida, la que echaba agua hirviendo a los perros que se acercaban por las sobras de los comensales  ¡Ay el aullar de esas criaturas!

Los vagones están más ávidos que nunca. Una nueva carga de mineral llegará del Murciélago, los dueños de la mina hicieron lo posible por limpiar las huellas de sangre de los mineros que cayeron en invierno, pero insisten que allá en Estados Unidos, fuertes ácidos acabaran con todo rastro. Son expertos, así dicen, por ejemplo nadie sabe de los Sioux, los Apaches, los Cheyennes, los Cheroquís, o los Wichitas. Nadie.  

 

 

¿Onstan las Hierbitas?

 

Se destruye el cuerpo/

                                                                                                sobre sus ruinas/

                                                                                                se erige el poema.

Los que conversan conmigo
intempestivamente cambian
creen que no me doy cuenta
más descubro su doblez
su respiración corrompida los delata
y parpadean en la hendidura inasible del tiempo.
 
Corre del fuego/de la llamarada fiera/ del pasto incinerado/corre de mi deleite al mirarte/con mis ojos paganos.
 
Me percato
quieren lastimarme
me pongo en guardia
salgo de prisa a la calle
me alejo del influjo de sus grandes pupilas.
 
Se desliza  la tarde con el pecho trizado/ vertiginosa noche triunfante devora la luz/ Un pájaro espía desde un árbol hecho de sombras/ y aún canta.
 
La calle ha sido silenciada
la tarde es un papel arrugado que alguien arrojó al piso
es la tullida sombra de las casas de adobe
de los árboles que no soportaron la sequía viendo mi espanto
es la oscuridad que carcome los tallos encostrados en esta ciudad.
 
Ahuyentar a los cuervos que se posan en las ventanas de las escuelas, de los impecables cuartos rectangulares que aplastan el genio de los niños.
 
¿De dónde vienen las aves gigantes que se posan en el techo de esta casa?/ ¿Por qué se alimentan de la inmundicia que sale de ese agujero?  
 
Una parte de mí se da cuenta
que soy tragada por la demencia
que no se puede fijar la mirada en el vacío
que no se puede repetir una sola palabra tantas veces
Tiempo tiempo tiempo
tiempo tiempo tiempo…
ni permanecer con la boca abierta
ante el asombro del aleteo de una mariposa
ni escuchar tan nítido el tamborilear de mi corazón.
 
Es una alucinación haber partido cuando las huellas del pozo ciego se instalan en el centro del timo y en la radio mi tía Carmencita Lara Capristán canta “El árbol de mi casa está muy triste porque se ausentaron ya las aves. Pero algún día las veré volando errantes por el mundo y en un segundo la que ces mía cogeré”. Y el recuerdo del carraspeo de papá, zarandea la mesa con el teclear imperativo de la máquina de escribir y me lleva a la Casa Vieja.
 
Tengo miedo algo terrible sucederá en este instante
                 tengo miedo algo terrible sucederá en este instante
                        tengo miedo algo terrible sucederá en este instante
ni un solo pensamiento debe girar tantas veces
 
¿Quién está sentada cabizbaja en una silla, en aquel oscuro corredor de la muerte? / ¿quién es esa mujer que escabulle su rostro del mío y espera su condena entre penumbras con los ojos llenos de pus? /¿por quién mi corazón se apiada y la abrazo en perdón?
 
Recetaron pastillas verdes, blancas y celestes
                 tengo miedo algo terrible sucederá en este instante
una más grande que otra, diferentes horas
temprano para perderse en la niebla
                 tengo miedo algo terrible sucederá en este instante
en la tarde para aturdir a los pájaros
                 tengo miedo algo terrible sucederá en este instante
en la noche para huir desbocados
al sutil escenario donde seremos proyectados.
 
Cuando afloren las canas puedes voltear la mirada, apreciar los escombros dejados, las ramas secas de invierno, los caminos con mala hierba, las casas sin balcones cubiertos de maleza.
 
Puedo distender lo que contiene el grito, podría desistir de controlarme y echar a correr, dejar que explote el dolor, que me esquile, que me tumbe.
 
Receta para zombi
zumbidos en mi cabeza
receta para explotar mi corazón
taquicardia
alguien está mordiendo mi cuerpo.
 
Una mujer frota una vieja muñeca por el lado izquierdo de mi cuerpo, estoy muy aturdida, la aparto. Me dice, aún falta frotarte otra muñeca en la parte derecha.
 
La música de los Destellos de Enrique Delgado, suena en el tocadiscos a los bosques me interno yo/ a llorar mi soledad/ huir a los bosques ¿Cómo se huye de una ciudad incendiada?!
 
 tengo miedo algo terrible sucederá en este instante
 
¿Entonces dónde hallaremos los campos de rosas?/¿en qué camino se extraviaron las campesinas con sus alforjas de hierbas? /¿en qué lugar anidan los racimos de tréboles que alumbran la noche y suplen a las estrellas ?
 
Estás cuesta abajo
estás cuesta abajo
hierbitas hierbitas
aférrate a la hierbitas
toronjil, coca, matico, hierba buena, romero, sábila, marihuana.
 
¿Onstan las hierbitas?

Entradas populares