"Extensas Legiones" por Antonio Sarmiento
Extensas Legiones
de Música y Poesía
Por:
Antonio Sarmiento
El
sugerente título del libro, tomado de un verso de Juan José Soto, nos ofrece
una propuesta personal y colectiva, a la vez. Las legiones aluden a esas formaciones
militares compactas y consistentes, de gran dinamismo y flexibilidad en el
campo de batalla. Por extensión, harán referencia a las estructuras verbales en
el campo lingüístico que están en permanente movimiento. Los periodos de la
escritura serán, entonces, aquellas “extensas legiones” que van a abrirse paso
por tierras inalcanzables de la poesía. Cuando Vallejo señalaba en “En
Intensidad y altura”: “No hay pirámide escrita
sin cogollo” le daba a la construcción verbal esa intención de avanzadilla,
pirámide o falange clásica que requiere fatalmente de un corazón, un meollo, un
centro vital, “extensas legiones” que apuntan a ese sentido de conquista verbal
a partir de tres líneas discursivas, tres líneas con sus propios méritos y
autonomía, pero que en obra colectiva se enhebran para dar sentido y unidad musical
al valor constitutivo de la palabra. No es por cierto un triunvirato de poetas,
sí, un tríptico de pasiones, organizado en torno al sentido sugerente de la
música de los versos. Esto es a mi concepto el valor que enriquece y da cuerpo colectivo
al libro. Veamos:
En
el caso de Evgueni Bezzubikoff esa melodía está en el tono, en el ritmo, en las
pausas, en el quiebre de los versos, que acentuarán el valor expresivo de la
palabra para colocarle en el ámbito que le corresponde; es decir, su intensidad
será extraída del sentimiento y la sensibilidad a flor de piel del poeta. Frente
al tema del amor-desamor, de ese sentimiento arraigado por Claudia, iniciará
una letanía que nos llevará por diferentes rincones de una Lima invernal y
gris, también por París y Praga, saltando en el tiempo hasta los años 60
(Santana, Woodstock, Kennedy) y 90 (individualismo, desencanto, autoanálisis).
Despunta en medio del trazo coloquial elementos de gran significación simbólica,
como el bar, la neblina, las cartas.
Es un solo poema divido en 13 estancias. El título: “Un corazón negro entre la niebla”. La creación de una atmósfera me parece uno de los logros mayores, en gran medida, porque el poema no se excede a sí mismo, se atempera desde los periodos regulares del verso, el cual va describiendo lugares sórdidos: bares de mala muerte, situaciones de suicidio, rutina, tedio calles pálidas y neblinosas, pero lo interesante en que con ello, el autor va creando una atmósfera muy sugestiva. Contrario a los poetas que quieren impactar, epatar o implicar con un lenguaje marginal, underground, Evgueni dosifica el espacio y el “tempo” de su palabra poética para darle una mayor carga connotativa, una sutil melodía donde se filtra un sentimiento desintegrador de lo real. Los elementos objetivos funcionan como caja de resonancias que van a activar el espacio subjetivo. Lo que le interesa al autor es la visibilización de ese otro mundo íntimo donde campea la ausencia, el vacío que es llenado por los recuerdos, y abrigado por la sugestión melódica que empapa toda la extensión del poema. Aquí el fragmento N° 7 nos permite “escuchar” la cadencia de los versos:
Y te pienso y pienso
entonces es la sombra de tu sombra
la que me queda
y acompaña las
noches
y
en la habitación que cumple
el invierno
de Lima
siento
una lava en los recuerdos resurgir
aunque
no te haya besado
ni una noche
aunque
nomás te haya dado otra carta
en
las que guardé
mis noches jóvenes
cuando lloraba
por ti
y
con un aguardiente
iba a un bar de travestis
o al Sargento
Pimienta
que eran de
otros travestis
y
sobre alguna mesa de algún bar
te
decía que esa mañana
con tu blusa blanca
y tus vaqueros
celestes
había
tenido una erección
una linda erección. (p. 16)
Juan José Soto nos presenta un conjunto de poemas que pertenecen a sus cuatro libros publicados hasta la fecha. Los ha agrupado con el rótulo “De palabras, abismos y moradas”. En Soto esa sonoridad recoge el primer temblor, ese gran magma en el cual las palabras están por formarse, a partir de un estado anárquico, que pugna por expresarse, como bien lo señala en los siguientes versos:
Encallada voz en la antesala del verbo
Primigenia
región del sonido (p. 28)
Según Wallace Steven: “La poesía es el tema del poema”, en el caso de Soto el tema de la poesía es la palabra misma, ella es su leitmotiv, con la que transita por esos abismos y moradas interiores, entre bruscos desencuentros y celebraciones con el silencio, dándole una mayor intensificación para que ella diga más de lo que expresa. En el primer poema formulará bien esta suerte de poética:
Busco palabras
que
sean más que palabras
que
hablen más que de sí mismas
provocadoras
como largos silencios (p. 27)
Este estado de empozamiento de la palabra le permitirá que la expresión no provenga de un simple proceso mental imaginado sino de la auténtica y gozosa vivencia humana. Ello lo impulsará a trastocar o liberar las estructuras verbales establecidas. Por eso recurre al descoyuntamiento, a la desarticulación lingüística para buscar así la expresión original, punzante y erizada que deje traslucir la trágica condición humana como componente básico que engloba toda su poética. Leamos algunos versos donde se manifiesta esa peculiar forma de escritura, muy suya:
Allende la estancia
labios
voraces de fragorosos poetas aguardan
mientras
devoran infatigables el tiempo
y
las palabras todas se estremecen de golpe (p. 29)
Cuánto
pie tuyo que no vengo
Desde
ese martes
O
el del otro día
Esperando
lo que sea
Que
se parezca a tu rostro
O
los brazos en las manos
O
tus cuencas en un ojo (p. 37)
con más que fuego en las palabras
con sangre enraizada en los caminos
con muertes larguísimas en las entrañas. (p. 40)
La poesía de Juan Soto muestra las desarticulaciones y perturbaciones palpitantes y visibles que se dan desde la propia matriz existencial. La deconstrucción activa, como vehículo del fenómeno poético, será la forma de alcanzar estos resquebrajados niveles o marcas fragmentadas de lo que se alimentará el conjunto. Esta ruptura es predominantemente sistémica pues engloba a la palabra otras entidades de carácter psíquico, biológico, social. De manera silenciosa, Juan Soto ha ido labrando un estilo personal y visceral.
En 1999, Miguel Ildefonso publicó su primer libro titulado: Vestigios. Ya desde ese primer volumen podemos apreciar las calas que serán una constante de la poética de sus otros libros: la versatilidad temática, el contrapunto de ritmos, la intertextualidad, el espesor simbólico de las imágenes, una variada pero bien pensada estructura textual, y sin ninguna duda, el sentido musical que entreteje su estilo. Esto último me parece fundamental. Por ejemplo, si pienso en sus dos últimos poemario: El Aura (2020) y Comentarios irreales (2021) a mi parecer estos han sido elaborados tomando en cuenta una concepción sinfónica. El primero desde movimientos musicales y gravitatorios de la palabra, y el segundo tomando como obertura la historia nacional. En otros poemarios, igualmente, hay alusión a ese sentido musical, como en Los desmoronamientos sinfónicos y Baladas para un bar de frontera.
El poema de largo aliento publicado en esta colectiva lleva por título: “Canon en D” con un subtítulo en inglés cuya traducción sería: “Los sonidos de la tierra” (The Sounds of Earth). Es un poema de alto voltaje de vanguardia. Por ese sentido libertario tiene cierta afinidad espiritual con la tendencia neobarroca o del transbarroco donde, igualmente, se destacan poemas con multisignificaciones de variado calibre, aflora una experimentación con las sonoridades y significados ocultos del lenguaje.
El poema de Miguel tiene un trasfondo de obertura sinfónica, de pentagrama musical, donde se combinan los significados, colores y sonidos de la palabra. Como lectores nos dejamos llevar por la belleza fónica, alejados de toda significación y paralelamente envueltos por un mar picado de parónimos, aliteraciones, con palabras quebradas y desintegradas en una combinación silábica, y hasta en una letra, como si fuese una sola nota.
Entre los reverberos del lenguaje podemos encontrar una teoría sobre la musicalidad y la armonía verbal, que el autor podría estar esbozando entre líneas. Para él, por ejemplo, el concepto o lo conceptual paraliza la acción del poema, planteado como una estructura o escala de ritmos, más afín con la plástica y la arquitectura, tal como se prefigura desde los versos iniciales del poema:
Un brezo en la cornisa improvisa ad libitum
una oda
en la ola
del ciclista en la penumbra de már
mol por
que una no
vena es algo que desciende de los capiteles (p. 47)
(…)
un
punto cero en la arquitectura de intensidad forte
bajo
un piano suave como un beso
que
no dice si volverá con el aire que eleva el cimiento
en
un sax
o a la punta de la catedral (p. 47
En las escasísimas frases que contienen una reflexión, se adivina una postura estética, como cuando dice: “porque lo que hizo la mano lo construye la mente” (p. 48). Aquí el autor da preminencia a lo intelectivo sobre lo subjetivo: “porque si vieras el fractal lagrimoso// en que nos ha convertido la poesía” (p. 49), nos aclara en otro momento. En los siguientes versos se superpone el espíritu de vanguardia:
buscando entre ruinas el ars nova que crea un espíritu libre (. 47)
Este concepto llevado al plano de la elaboración verbal dará resultado a versos tan musicales como el siguiente: “aquí palpita la conífera del médano de la mustélida/ atada por el helminto racheado” (p. 49). Miguel se inserta en una tradición poético musical de gran prestigio, proveniente de los fundadores de la modernidad literaria. Pienso, por ejemplo, en Mallarmé, Huidobro, Girondo. Aquí en el Perú Vallejo, Martín Adán, Churata y Verástegui.
Recapitulando. Como materia acústica, el tono, los ritmos, la acentuación, la forma de cortar los versos, de escandirlos están cargados de actitudes y estados de ánimo. Representa la huella psíquica del poeta. En Evgueni, esta música se manifiesta en la creación de una atmósfera sugerente; en Juan aparece como una ebullición desde el pozo de la misma palabra; y en Miguel, lo visualizamos en el dinamismo envolvente y poliédrico de toda la materia verbal.
Los invito a leer estas “Estas extensas legiones” de poesía. Su lectura nos va a aproximar al conocimiento de esa melodía interior de Evgueni, de Juan y Miguel, y de sus poéticas enriquecidas con matices musicales, en cuyas profundidades está el sonido del dolor, pero también de la felicidad creadora que los caracterizan.