"La Chama" de Teófilo Villacorta


 

Con la inmensa inmigración venezolana al Perú la palabra “chama” se ha asentado en el vocabulario de todos los peruanos. Es cotidiano oírla en las calles de todo el territorio, de punta a punta. Y no solo se restringe para el llamado de alguna niña que aún no llega a la edad madura, sino a toda venezolana adulta muy reconocible por su fisonomía, sus rasgos y su habla particulares.

Como muchas palabras populares su etimología es incierta; unas teorías dicen que viene de México en los años 60, de la conocida palabra “chamaco”; otras dicen que en los años 40 la migración portuguesa a Venezuela fue fuerte y ellos tenían una palabra que usaban frecuentemente, “chamada” (“llamada”), los venezolanos solo entendían que el sonido de la palabra “chama” era cuando se referían a las mujeres y el de “chamo” para los varones. Hay otras teorías que dicen que viene del inglés “chum” (“amigo”) y este del náhuatl “chamahuac” (“rollizo”). Y una más, que dice que proviene del vasco “samurr” (“tierno”).

Sea como fuere, pues las chamas de carne y hueso son parte del paisaje peruano, y son personajes que alimentan los noticieros del Perú, ávidos de morbo, buscando historias que alimenten la crónica roja. Rompiendo el estereotipo, el poeta, pintor y narrador huarmeyano, Teófilo Villacorta, acaba de publicar La chama (Apogeo, 2023), novela breve que aborda esta épica de crisis social que afecta a esta región de Sudamérica, principalmente a países como Colombia, Ecuador, Perú y Chile. Como nunca en la historia moderna se ha dado este fenómeno migratorio en el cono sur americano, con tal envergadura, dramatismo y violencia.

La novela de Teófilo se centra en la historia de la relación amorosa entre un peruano, un muy educado auxiliar de colegio, y una venezolana que trabaja haciendo OnlyFans, la chama. Es una difícil travesía con muchos obstáculos que ambos han de superar para lograr la estabilidad que haga posible el funcionamiento del amor, la unión definitiva. Ambos jóvenes y de culturas diferentes, aun cuando el idioma sea común, luchan por conseguir la confianza del otro. La confianza del otro requiere de la honestidad consigo mismo. Por eso, es una lucha interior, también. Por momentos el peruano parece estar más lejos de ella que ella de sus padres y del vividor padre de su hijo que están en Venezuela. La chama ha dejado un país en crisis para sobrevivir ahora en un país con otras crisis no menos escabrosas.

De lo que se trata es del anhelo de ambos protagonistas por no sucumbir a la miseria moral; sobre todo a la que ella está expuesta y empujada. O se entrega a lo aparentemente más fácil o se empodera para pelear. El amor finalmente primará como la única forma posible de justicia en un medio de pantanosa decadencia.

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