"Canción y vuelo de Santosa" de Gloria Alvitres Aliaga


Gloria Alvitres Aliaga (Lima, 1992). Bachiller en Periodismo por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, comunicadora social, escritora y poeta. Poemas suyos han sido publicados en la antología de poetas mujeres de la revista Ínsula Barataria (Lima, 2017) y en la antología Liberoamericanas: 140 poetas contemporáneas de la editorial Liberoamérica (España, 2018). Ha sido coordinadora de la Feria Alternativa del Libro ANTIFIL. Sus trabajos periodísticos versan sobre temas de memoria, ambiente, feminismo.

En este inicio de año, nos entrega este hermoso libro de poesía, Canción y vuelo de Santosa (Alastor, 2021). Aquí una muestra. Y, al final, tres preguntas a la autora.



La Abuela se fue la mañana del 19

 

La historia de su adiós en esta tierra fue de claveles santos.

No de ensayos ni de palabras.

Un lugar claro frente al camposanto,

sonaba un huayno,

bailaban las cenizas,

la cerveza dulce.

 

Entre la sotana y los libros sagrados

asomó la muerte con su alma volátil.

Lluvia en enero;

y nos bebimos las gotas,

confundiéndolas con regalos de Cristo.

 

 

 

Reflectante ante el abismo

 

En esta estrofa se fueron los lamentos.

Las tres veces que intenté volver sobre mis pasos:

sobre las olas,

sobre el acantilado,

sobre tus hombros.

 

Un viernes me desaparecí entre canciones,

composiciones frenéticas,

y no pude escribir poesía.

 

Ya no siento nada en enero.

Mi voz es un río intacto,

donde jugamos en las tardes

aunque nos devoren los mosquitos.

 

Cómo odio la posibilidad de morir de noche

cuando no quedan palabras,

solo este cuerpo.

 

Érase al final solo humo,

espejos por toda la casa,

reflejo del sistema linfático.

 

 

  

Un día dejé la iglesia

 

La madre me entregó a Dios,

un ángel blanco parecido a Leonardo DiCaprio

que leía versos de Mallarmé.

 

Su ángel me abandonó por las tardes

cuando lloraba por un idiota que me tocaba

para aplacar sus penas.

 

Los libros eran buenos pretextos

para fingir que entendíamos Trilce

y no queríamos echarnos a llorar

porque no llega la pizza y nos rechazaron la tarjeta.

 

Aprendí que es mejor publicar una disertación inteligente

que imaginar si Mallarmé quería decirnos

cómo escribir poesía;

pensar que somos la vanguardia

que ríe de las próximas vanguardias que inventemos.

 

Llegó la muerte un día para sujetarnos de las orejas.

No nos dimos cuenta de su forma benigna,

solo apreciamos las muertes patrióticas

o las que ocurren junto a un río,

no aquella que acecha en la vejez.

 

Aquella tarde, cuando se anunció el fin,

no estuvo el ángel ni la tormenta

menos Mallarmé con su libro.

 

 

 

La mujer rota

 

La mujer rota camina buscando un chocolate. Torpe, se distrae con los colores del jardín vecino. No existe la forma de pronunciar pena y placer en castellano. Rota, la mujer pasa su piel por la cera; lo que guarda en las costillas no es siquiera un órgano, es algo parecido a la nada.

La mujer rota vive el día como un caminante certero. Su reloj a las siete y su ingreso a las nueve. Registra pedidos mecánicos en la computadora y planea el caos en silencio, aguantando las ganas de llorar frente al teclado porque ha visto un perro muerto en la vereda.

La mujer rota tiene bordado en el ombligo la figura de una libélula, símbolo de conocimiento o un simple artefacto ornamental. Saca de las costuras de su cuerpo: una niña. Un cuerpo remendado, unido con alfileres. Un ser pequeño y miserable, hecho de enfermedades y tempestad.



3 Preguntas

 

Por lo que se sabe de tus declaraciones, el libro se gestó por la conjunción de factores personales y profesionales; el fallecimiento de tu querida abuela Santosa y el viaje a la Merced. Hay, entonces, una pérdida y una nueva mirada a tus raíces. Un proceso que, como muchos de nosotros, hijos de migrantes, en algún momento también lo hemos experimentado. Más allá de que el proceso continuó incluso en la escritura del libro, creo que los temas que abordas, la identidad lingüística o cultural, la migración y el feminismo, no están cerrados en este tu primer libro, más bien abren una nueva propuesta o mirada. ¿Avizoras algo distinto en tus proyectos a partir de la publicación?

La verdad no lo había pensado mucho así. Efectivamente, es un libro personal que se fue abriendo a varios temas y a medida que fueron llegando aprendizajes nuevos, historias, lugares, recuerdos se fue llenando de otros temas, se fue complejizando.

Creo que en general, en la escritura y la literatura los temas de identidad, migración y feminismo no se van agotar, en los contextos distintos van a estar vigentes. En mi trabajo poético se abren como temas de exploración, tal vez que parte de lo personal a lo colectivo. Creo que es un momento importante para el país para pensarnos desde lo que nos constituye y lo que nos diferencia o nos genera conflicto.

En adelante he pensado en que me gustaría hacer algo distinto sí, tal vez, más en la línea de la poesía en prosa, no lo tengo muy claro ahora, porque justamente, empecé la maestría en Literatura Hispanoamericana para explorar también en lecturas y conceptos. Yo que vengo del periodismo, de las historias y escribiendo sobre los males que azotan el país, quisiera embarcarme en una reflexión más profunda.

 

En tu libro abordas personajes y escenarios de tres generaciones. Como perteneciente a una nueva generación, ¿crees que algún día en nuestro país, que es muy conservador (en la oficialidad), se terminarán la marginación y la discriminación, ya sea cultural, racial o de género? O en todo caso, ¿qué hace falta?

Son tres generaciones a las que muchas activistas como yo, hemos tratado de negar, de dar contra o de evadir. Mi reconocimiento a estos personajes y generaciones parte del hecho de que necesitamos enfrentarnos a todo lo que nos precede, rescatar, resarcir, entender y construir.

Nuestro país es recontra conservador, pero también tiene ciudades donde el ambiente cultural y la reflexión no tiene nada que envidiar a las grandes urbes del mundo. Me da esperanza que nuevas voces surjan en todos los espacios, que la red expanda lazos y permita que se lea nuevas propuestas. No creo que veamos el fin de las taras que tenemos como sociedad: racismo, discriminación, sexismo; pero vamos a estar en pie luchando contra ellas, eso no se va agotar, porque nuestra historia está marcada por muchas batallas por el cambio y la renovación. Ese puede ser el camino que nos espera.

Nos hace falta ser valientes, no callar, ganar espacios, uno a uno: en la familia, en la academia y en los medios, hablar sobre los temas que duelen. Todo frente es importante, y desde las artes, con el feminismo y las voces de muchas poetas, los temas de acoso, marginación y discriminación se están poniendo sobre la mesa.


Me gustó en una entrevista que leí, cuando mencionaste una actitud distinta ante la propia realidad: “ese es el desenfado que caracteriza a muchas jóvenes feministas: no ser tan rígidas sino reírnos de nuestros propios pasados e ideologías que, en su momento, nos condenaron.” ¿Podrías hablar un poquito más sobre esas “otras formas de fe”?

Creo que la fe ha ido variando de formas que no reconocemos. Ya no podemos hablar tampoco de las ideologías que en los 80 o 90 eran el día a día de discusiones, hubo un fuerte proceso en las escuelas de ocultarnos sistemáticamente partes de la historia, se quitaron cursos de reflexión crítica y filosofía. En medio de ello, hemos crecido con el auge de las industrias culturales, con la cultura pop, la televisión, los videojuegos, sobre estimulados. 

Creo que, en medio de este escenario de relativismos, hemos entrado a una reflexión sobre nuestra propia espiritualidad, en muchos casos, a las personas no les parece contradictorio mezclar prácticas que pueden parecer “herejes” con formas de fe oficiales. En el mundo andino está todo muy combinado, por ejemplo, tanto los ritos propios de tributo a la tierra, a los cerros con el cristianismo. Y no es cuestionable, la fe es privada y se vive de formas distintas, se mezcla con el feminismo, con otras reflexiones.

Por otro lado, en contra corriente crecen las ideas de ultra derecha y fascismo, pero me parece también una reacción a una moral más relajada, en el sentido de menos cerrada y más abierta a nuevas formas de llevar la vida propia, se ha estado ganando derechos para personas LGTBIQ, indígenas, afros y mujeres y el mundo va seguir cambiando.

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