"ÉTER/ETERSÍ. Cuadernos de literatura y naturaleza" de Bethoven Medina

 


ÉTER/ETERSÍ. Cuadernos de literatura y naturaleza (Bitácora de Vuelos Ediciones) es el nuevo libro de Bethoven Medina ((Trujillo, 1960), un libro de edición e-book o libro electrónico; es decir, que habita o viaja en el éter. Son diez y seis poemas que cantan a este elemento que al oír su nombre nos remite a nociones científicas de la química y la física, y a las de la literatura, incluidas las mitológicas y religiosas.

Medina, en su estilo de convocar el conocimiento histórico de las palabras y de los conceptos para revelar esa condición humana precaria pero que nos hace trascendentales, indaga ahora en los significados de este símbolo que, como pocos, en su esencia no ha variado a través de la evolución humana. La ciencia actual no hace sino desentrañar al detalle lo que antes avizoraban los filósofos con solo la observación de los ojos humanos.

El éter permite ya conceptualizar algo que es de la naturaleza, pero con fusión de lo humano, un híbrido de la sabiduría. Yo publiqué no hace mucho un libro digital y pronto viene otro también que se sumará, con este de Bethoven, a ese cielo de libros, en esos estantes del tejido cósmico, una nueva biblioteca celestial que nos hará astronautas bibliófilos.

Aquí dos poemas del libro, el primero de la primera parte titulada Eter, y el segundo de la última parte, Eterno/Etersí:


ÉTER CÓSMICO


Las ondas sonoras necesitan del aire -es su medio
y avanzan luminosas en transmisión de lo imaginado.
Gracias al tránsito de viaje eteriano
desde la fuente del sonido impulsado por la ventolina.
Cuando las siento, abro mi corazón al horizonte sideral.
La vida, es elemento sutil,
inalterable infinito a los ojos formados de paisajes,
ante la sorpresa del cielo y los astros.
Cosmología aristotélica,
mueves el alma universal
y para todas las generaciones, eres matriz del universo.

 

POSIBILIDAD DE VOLAR

 
Volar sin cuerpo, es viajar mentalmente; y no depende del clima ni del viento.
El éter supera lo biológico y genético, equivale a superar la especie humana.
El volador no necesita traje aéreo, es humano,
y carece de alas, pero puede volar abriendo su mente al firmamento.
Escuchó que “el cielo es el límite”,
y, desde entonces, se empeña en alzar vuelo.
¿Podríamos los humanos llegar a volar?
La levitación en primavera
alza ramos florales a través de las ondas del sonido,
y esa es la gran posibilidad.

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