Un Poema de "El califato de Lima" de Diego Otero
De El califato de Lima (Album del Universo
Bakterial, 2021) de Diego Otero (Lima, 1973), va este poema en donde se explica
veladamente el porqué de esa mirada ambigua sobre el mundo; a la vez que hay
una preocupación por la visión en los detalles. Y es que el mundo está desequilibrado
(y hay que saber en dónde les faltan las tuercas ahora), tanto que no se sabe cuál
es el monstruo, quién hace realmente el mal, y ¿qué hacer cuando cambie la luz
del semáforo y hay que avanzar?, ¿conducir hacia dónde?
Por supuesto que este buen libro de Diego Otero nos lleva
más allá de aquel semáforo, un paseo por esta Lima que es un taxi de lunas poralizadas
y es el monstruo que todos los peruanos llevamos adentro, y abajo y en lo alto.
En el Semáforo
Veo la noche a través de las lunas polarizadas
de un taxi. La doble oscuridad de la calle
y las luces flojas, como disueltas. La chica que
espera en la esquina lleva puestos unos
audífonos claros, y una falda de rombos
o escudos, pero yo solo distingo bien sus facciones,
subyugadas por el brillo brillante de la pantalla
del celular. Ella no sabe que yo la estoy viendo,
y que intuyo sus piernas en la penumbra. Tampoco
lo sabe el monstruo que empieza a moverse
tras ella. El monstruo es como la vida: una cosa
imprevista. Y pese a tener tres pares de ojos
y una cabeza triangular, no puede ocultar
su tristeza. No puede dejar de intuir que
una serpiente se enrosca y se agazapa
detrás del corazón de los insatisfechos.
Lima parece una ciudad pero en realidad es
un taxi. Un taxi cuyas lunas polarizadas ya casi
no permiten ver lo que pasa afuera, en la noche,
¿Qué hacen, por ejemplo, ahora, el monstruo
y la chica? ¿Es un acto de amor o un acto
de violencia? Es difícil vivir en la sombra cuando
tienes que mirar. Es difícil viajar en un
taxi cuyo conductor tampoco ve casi nada,
y sin embargo espera el cambio de luz.
de un taxi. La doble oscuridad de la calle
espera en la esquina lleva puestos unos
o escudos, pero yo solo distingo bien sus facciones,
del celular. Ella no sabe que yo la estoy viendo,
lo sabe el monstruo que empieza a moverse
imprevista. Y pese a tener tres pares de ojos
su tristeza. No puede dejar de intuir que
detrás del corazón de los insatisfechos.
un taxi. Un taxi cuyas lunas polarizadas ya casi
¿Qué hacen, por ejemplo, ahora, el monstruo
de violencia? Es difícil vivir en la sombra cuando
taxi cuyo conductor tampoco ve casi nada,