En una Ataviada Sombra
en la faz de un muro
cuna de órbitas dispersas
la pasión
exuda movimientos de manos
dejando huellas lunares
en la división de la luz
es un cuerpo de mujer
provista de alas
ella se metió a la mar desnuda
dejó arena
dejó lanchas
mallas y un caracol seco
en una roca desprendida
de una casa arriba
provista de lágrimas
le habló a la mar
para que la deje pintar
a los cangrejos
se pintó el cabello
se pintó los labios
se tiró a las olas blancas
de su destino