"Ceremonial de mi Sombra" (De Somnium)


Ceremonial de mi Sombra

1

Roto el tiempo del amor que vagó por la gris ciudad estática con el óxido de los fugaces cantos, desequilibrado el rostro frente a los árboles prendidos en la triste avenida arrobada por el viento animal, yo caí arañando el muro donde perecieron los ideales de millones de ángeles. Y del suelo que arrastraba la sombra húmeda de mi casaca, divisé las ruinosas casas donde se cocinan pedazos de utopías en la puerta de los hornos. Traté de hallar un sentido al paso de los carros raspando las mejillas temerosas, yendo a través de las corvas esquinas donde una mujer espera ese blanco cielo donde los ángeles enajenados cantan sus penas. Mi vida cayó con el amor apoyado en un poste, ebrio, acariciado insistentemente por el viento negro que trataba de llevarme frente al mar. Yo no dije nada, quise que mis poemas no dijeran nada también; por eso me levanté sucio, desalmado, repitiendo un verso que había escrito hacía cinco años. El color de las ventanas era el significado que sin querer encontré después de tantas borracheras en las fiestas de la alegría de Lima. Todo el tiempo del amor que se hundió en su miseria, brotó de su cáscara con el deseo de ya no vivir más; ese deseo perenne que era la vida más plena reconstruida en medio de ese parque muerto donde hombres abandonados recuerdan sus ideales que antiguamente fueron de ángeles enchapados en oro. Por este sendero que se abre entre la maleza, bajo el murmurio de los árboles secos, definitivamente rota la memoria de la ciudad estática con el óxido de las rejas que no protegen nada, el gris pájaro del lenguaje agoniza en su asfixiante canto, trata de elevarse sin poder distinguir ya cuál es el cielo y cuál es la tierra, estrellado en la sedienta tarde donde los pocos enamorados, entre ellos la mujer que vio la realidad de frente, caminan mirando un final feliz en el ronquido de un carro a lo lejos. De esta forma, hinchado de felicidad el lenguaje da su último aliento, sucumbe, está quieto, todavía lleno de amor.


4

Un espacio lleno de símbolos, sin palabras, con el cuerpo del amor mirando el cóncavo cielo, donde los ángeles acarician sus instrumentos con el céfiro de las costas, quemando los bordes áureos del amor arrojado a este espacio vacío, lleno de símbolos muertos como si quisiera ser el tiempo henchido en la vaga memoria, ardiendo de soledad en los ojos donde el mar dibuja la sombra de un ave que pasa, sin palabras, con la helada ausencia del amor que estrujó la flor seca en su pecho amado por los ángeles que se pudren tras las nubes de arena y meando el licor barato comprado en una fábrica clandestina. Así, roto el cristal del significado, quebrado el tiempo de los mitos en las rocas limpias donde respiran las gotas de mar arrasando la superficie de la palabra, el cuerpo del amor no volverá a trotar en las lomas vacías, lleno de símbolos por los que perecieron millones de guerreros y niños como el baile de los embriagados peces que quisieron llegar a las constelaciones. Ella no volverá a salir de la espuma azulina de violines y flautas ligeras como sus pies, saliendo del concepto raído del lenguaje, para llegar a este desierto y perecer en la nada de amor que tuvo otra noche tan llena de ilusión, cuando la perfecta materia de los huesos se rompió en el corazón flechado por la peste. Aquí nadie pisará su amor que nada ama, su ardiente pasión se quebrará en la frontera alambrada por la melodía de otra noche tan llena de descalabro y desvarío, vacía como el fondo de este mar donde hay un desierto, y más abajo un cielo con ángeles que curan sus celestes heridas. 

 

8

El cuerpo vacío luego del amor vacío luego de la noche vacía, habitando el espacio en blanco de la luna en la ventana, abrigado por el espectro de la flor enamorada aun centelleante en el agua del poema terso como el sonido del saxofón subiendo y bajando de la escalera. El estornudo del lenguaje rompe el espejo donde ya no se verán los amantes. Aquí solo tendrán su olvido y un pedazo de carne manchada en la pared. El no querrá recordar nada, y ella nunca olvidara que, bajo el terrible silencio de la noche, ellos, los amantes de la nada, pudieron engendrar la luz del olvido.



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