"El Trabajo de las Intuiciones"

 

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Había un sujeto en la habitación, no sé si el cosmos o Dios era el Libro. Ello estaba resuelto: el Libro era todos los libros. La biblioteca de colores y músicas encajaba en el pulmón, y la respiración me ayudaba a ir y venir de todas partes. Al abrir el diccionario que contenía todos los libros dije: ¿Qué poemas faltan al concierto de la Nada? Poco tiempo después la respuesta era la misma: todo (s) y nada. Imaginé al sujeto escribiendo de nuevo el diccionario, haciendo del diccionario infinitos poemas de la Nada, tal como lo habían hecho los maestros. En la habitación de las tinieblas tuve la visión de los poemas. El trabajo fue fácil desde entonces, el diccionario era un jardín de flores.


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Primero el anhelo de la forma te domina; después puede ser la misma forma la que te domine. Casi siempre es inevitable. Pero hay una fuerza superior y primera: tu conciencia creadora. El plan es como una visión del Libro. Total y desastroso. Eso se consigue cuando se ha hecho una completa exploración de las posibilidades. Después viene la aventura hacia cada senda trazada dentro del bosque de la Obra. Siempre ha sido así con los que han visto culminada sus fuentes liberadoras, la culminación del Libro. Sientes las palabras después que las palabras te han sentido. La poesía es un arte total.



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Contemplar el mar, el cielo, las montañas, el desierto o la ciudad, nos lleva a una sola verdad: la existencia no es un límite. Es todo aquello contemplado. El cuerpo que pesa también es espíritu, lo mismo que las ideas son cuerpos insertos en la técnica de vivir. Por eso el poema los aborda con sumisión desde su profundidad ínsita o inmensidad. Palabras que tienen la dimensión de un grano de arena, grano de arena que contiene a las más lejanas constelaciones. La palabra funda la belleza que es potencia y acto, y es su propio estar y no estar.


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