Un adelanto de “Los Escogidos” de Fabiola del Mar
Los Escogidos
Algunos
aprenderán a descoserse la boca
a respirar con vértigo bajo el ojo de los astros
y no estallar como granadas
Confinados en terrazas
frente al pasto azul de las pantallas
amarán con la bravura de Los Escogidos
al borde del orgasmo
Rimbaud morderá sus cuellos
para hacerlos inmortales
Los curas predicarán el evangelio
desde el púlpito invencible de los diezmos
hasta meterlo otra vez en las cabezas
No quiero solo pan y techo
han pasado cien días y vuelvo al pueblo
donde dejé el candado
prestado a un maniquí con algunas monedas
¿Cuántas
balas volarán las sienes
hasta que dejen de sonar?
No me vistas con el viento
ni me vendas bajo la lluvia que lava como ríos
el viejo páramo que no vislumbro con claridad
Sírveme en la copa del hombre
que vibre y grite
y brindemos con la foto en la que fuimos felices
Olvido una Maleta
Somos instantes con ansias de eternidad
al mirar hacia atrás no encontramos rutas
ni palabras
Solo se sabe del
olvido
La mujer que soy
no carga con recuerdos
la mujer que seré no recuerda el futuro
apenas si hay niños en las calles
y palomas marchitas en los jardines
Tengo un vuelo
perdido
un ticket sin retorno
hay ciudades en las que amas
y dices adiós
Hay una ciudad que
no es la mía
quizás vuelva a ella
sin anuncio
sin bienvenidas
Cargo una maleta
llevo conmigo lo mío y lo ajeno
oculto en el doble fondo
de algún motel
Fabiola del Mar nació en Lima.
Publicó el libro de poemas El gran salto (Apogeo, 2018) y escribe
narrativa pronto a editar. Los Escogidos es su segundo libro.
a respirar con vértigo bajo el ojo de los astros
y no estallar como granadas
Confinados en terrazas
frente al pasto azul de las pantallas
amarán con la bravura de Los Escogidos
al borde del orgasmo
Rimbaud morderá sus cuellos
para hacerlos inmortales
Los curas predicarán el evangelio
desde el púlpito invencible de los diezmos
hasta meterlo otra vez en las cabezas
No quiero solo pan y techo
han pasado cien días y vuelvo al pueblo
donde dejé el candado
prestado a un maniquí con algunas monedas
hasta que dejen de sonar?
No me vistas con el viento
ni me vendas bajo la lluvia que lava como ríos
el viejo páramo que no vislumbro con claridad
Sírveme en la copa del hombre
que vibre y grite
y brindemos con la foto en la que fuimos felices
Somos instantes con ansias de eternidad
al mirar hacia atrás no encontramos rutas
ni palabras
la mujer que seré no recuerda el futuro
apenas si hay niños en las calles
y palomas marchitas en los jardines
un ticket sin retorno
hay ciudades en las que amas
y dices adiós
quizás vuelva a ella
sin anuncio
sin bienvenidas
llevo conmigo lo mío y lo ajeno
oculto en el doble fondo
de algún motel